Unas sencillas palabras de amor, en cualquier día, cualquier ocasión, sin motivo, sin razón... pueden causar una gran impresión, de aquellas que son indelebles en el lienzo corazón. Te amo. Hay que decirlas con dulce emoción, con voz franca y sincera en vibrante pasión... al oído es melodiosa y rítmica, conforta al receptor, como noble infante quien eschucha su favorita canción.
Fui semilla, una áspera y diminuta a los ojos que la veían, pero tenía el potencial, quien me sembró me fue regando, abonando, poco a poco me fui agrietando; a veces apenas con chorritos y en otras casi me ahogaba al inundarse mis frágiles raíces. Semilla que logró brotar, poco a poco, una hoja a la vez, con esfuerzo tremendo surgiendo muñones que se convertían en ramas, capa sobre capa se reforzaba mi corteza. Crecí. A veces contagiado de plaga, en múltiples ocasiones me asfixiaba la contaminación, sobreviví incendios, incluso me secaba en cada cambio de estación. En los momentos extremos resurgí, las capas endurecieron surgiendo así, tatuajes de experiencia. Erguido producía mis primeras flores, estaba orgulloso, lleno de esperanza y se los dediqué a los seres polinizadores, sin embargo me secaba nuevamente, me asombraba cada que una ramas se podría. Salían tres cada vez que una caía. Di sombra gracias al tiempo que me brindó altura, cobijé otros seres para hacer nidos, otros subían
Ámate primero TÚ, después al mundo, a quien quieras. Solo si estás rebosante de amor puedes entregarte a otros. Si alguien no te ama o te deja de amar, te tienes a tí, y contigo basta.
Comentarios
Publicar un comentario