Ivanovich

  Mis ojos ya no son totalmente míos, ya tienen un destino favorito, lugar donde mis labios le pertenecen y mis pensamientos la conscienten. Cara mía, te dono mi corazón, porque huye hacia ti... toda mi razón.

El enemigo más grande se encuentra alimentado por las dudas y la tristeza, por la ira o desesperación, el lobo oscuro, el dragón... no vive en un castillo ni en prisión, se aloja en tu psique y busca el control, no cree en tí porque no tomas riendas del timón.

  Unas sencillas palabras de amor, en cualquier día, cualquier ocasión, sin motivo, sin razón... pueden causar una gran impresión, de aquellas que son indelebles en el lienzo corazón. Te amo. Hay que decirlas con dulce emoción, con voz franca y sincera en vibrante pasión... al oído es melodiosa y rítmica, conforta al receptor, como noble infante quien eschucha su favorita canción.

Hoy me caen encima todos los que se adelantaron, recuerdos maravillosos de enseñanzas, me visitan en sueños y me comprime el pecho la melancolía! La vida es chiquita, lleno de suspiros y travesías, abrazos, ánimos y visitas. Hoy me caen encima, aún así, me siento ligero, que viva la vida.

Soy un suspiro que nace de tus pensamientos, y muere exhalado, pero feliz besando tus labios .

Este viaje es corto, nada me llevaré cuando salga del vagón al terminar el recorrido, nunca estoy solo porque somos muchos los tripulantes: desconocidos, familia y amigos.  Solo me queda disfrutar el camino, lograr dejar huella, y que sea memorable este irrevocable destino.

Algún día seré aire fresco, que viaje por el mundo hacia lo desconocido, aquello que no pude presenciar. Seré como polvo que se adhiera a todas las cosas, y así, conserves un poco de mí. Seré energía que ocasionará recuerdos, los más bonitos para que me pienses con cariño. Algún día regresaré al universo y formaré parte del todo, especialmente de tí.

 Estoy en el concierto de tu cuerpo, inmerso, y tocando la sinfonía de tus ruiditos emocionales, de honor en el único asiento en primera fila, disfrutando con mis sentidos el glorioso espectáculo que brindamos. Cada silueta del medio es un vaivén de texturas, a oscuras, en tinieblas o con luces relampagueantes; el calor trópico resultante sofoca, pero sigo en movimiento, creando una escena viva y divina. Amo revivir el contexto para jugar a ser uno, desaparecer de la atmósfera y tocar el cielo de vista en el propio infierno. Ya por haber probado la experiencia, decidí ser artista principal de tu obra.

Me sentía un cielo lleno de estrellas, pero a veces entre tantas otras luces, no me vía; agachaba la mirada y no me encontraba, no pertenecía, me sentía pequeño. Aprendí a caminar y avanzar paso a paso en el mismo recorrido mecánico, hube tropezado en cada zancada, e intenté correr... Pero hasta ahora, que he caído irremediablemente hondo, logré recordar, que si alzo la frente y salgo de mí, entro a un mundo donde tengo alas y viajo entre planetas, atravieso universos y no existe el tiempo. Soy un cielo lleno de estrellas, y apenas me estoy explorando.

Ámate primero TÚ, después al mundo, a quien quieras. Solo si estás rebosante de amor puedes entregarte a otros. Si alguien no te ama o te deja de amar, te tienes a tí, y contigo basta.

Fui semilla, una áspera y diminuta a los ojos que la veían, pero tenía el potencial, quien me sembró me fue regando, abonando, poco a poco me fui agrietando; a veces apenas con chorritos y en otras casi me ahogaba al inundarse mis frágiles raíces.  Semilla que logró brotar, poco a poco, una hoja a la vez, con esfuerzo tremendo surgiendo muñones que se convertían en ramas, capa sobre capa se reforzaba mi corteza. Crecí. A veces contagiado de plaga, en múltiples ocasiones me asfixiaba la contaminación, sobreviví incendios, incluso me secaba en cada cambio de estación. En los momentos extremos resurgí, las capas endurecieron surgiendo así, tatuajes de experiencia. Erguido producía mis primeras flores, estaba orgulloso, lleno de esperanza y se los dediqué a los seres polinizadores, sin embargo me secaba nuevamente, me asombraba cada que una ramas se podría. Salían tres cada vez que una caía. Di sombra gracias al tiempo que me brindó altura, cobijé otros seres para hacer nidos, otros subían