la hermosa princesa
Y desde lo alto de su majestuosa torre, al tocar el alba, la hermosa princesa de ropas de los santos días idos, de sedoso cabello, piel de terciopelo durazno y azúcar morena, con melodiosa voz exclamó a todo pulmón.
-¡Ah no mames, pinche día, que vergas!
Y la magia se rompió.
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