Pregón
El templo del sacerdote ha sido rasgado, sus 100 mensajeros han perdido rumbo, avanzan sin conocer destino. Las paredes se tornan gris al iniciar la estrella y tono melancólico al contemplar el vacío.
Mis pies ya no me conducen al Yaxché, me solicitan hundirme a la fantasía de la gruta, a los brazos de la albacea, donde la madre Ixtab susurra mi nombre y la divinidad ríe del brillo de mi máscara de jade.
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