Pregón


El templo del sacerdote ha sido rasgado, sus 100 mensajeros han perdido rumbo, avanzan sin conocer destino. Las paredes se tornan gris al iniciar la estrella y tono melancólico al contemplar el vacío. 


Mis pies ya no me conducen al Yaxché, me solicitan hundirme a la fantasía de la gruta, a los brazos de la albacea, donde la madre Ixtab susurra mi nombre y la divinidad ríe del brillo de mi máscara de jade.

Comparto mi fuerza a los esfuerzos de los bacaboob, mi santuario cae por sus pilares rojo, blanco, amarillo y negro. El equilibrio de la selva verde no me enraiza, pues pregono mi instancia al Xibalbá.

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